En un preocupante informe, se revela que en los últimos años, en Santander y particularmente en Bucaramanga, niños y niñas han participado en un total de 15,249 delitos. Esto plantea una alarma en la sociedad, ya que esta cifra es significativamente alta para una población tan joven.
Los delitos más comunes cometidos por estos menores son los hurtos, que representan el 16% de los casos, seguidos del tráfico de estupefacientes, con un 12%, y los delitos sexuales, con un 3.9%.
El año 2018 marcó un punto álgido en la participación de menores en delitos, con 1,777 casos registrados. En contraste, en 2020, durante el período de la ‘Emergencia Sanitaria’ debido a la pandemia de COVID-19, se registraron solo 211 casos.
Sin embargo, lo más preocupante es que después de la pandemia, la participación de niños y niñas en delitos aumentó considerablemente en un 54%.
Estos datos, recopilados por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), son alarmantes y subrayan la necesidad de abordar este problema de manera urgente. Según Julio César Acelas, experto en seguridad, este aumento podría relacionarse con factores como la exposición excesiva a pantallas virtuales y la falta de educación sexual adecuada tanto en hogares como en escuelas.
Acelas también señaló que la vinculación de menores al consumo y tráfico de estupefacientes ha sido una constante desde finales de los años 80, agravada por la falta de estrategias efectivas de prevención y alternativas de vida para los jóvenes consumidores.
La situación se complica aún más en Bucaramanga, donde se estima que las instituciones que atienden a menores infractores tienen un sobrecupo del 35%.
Juan Manuel Montero, sociólogo, destacó que abordar esta problemática requiere medidas correctoras y un estudio profundo de los factores de riesgo que llevan a los menores a cometer delitos. Además, subrayó la necesidad de contar con un sistema de justicia especializado para menores y centros de resocialización adecuados para atender a estos jóvenes delincuentes.