La Feria Taurina de Manizales que acaba de terminar se constituyó en un éxito artístico, que adelante comentaremos y supongo que económico también, dada la masiva asistencia de público que tarde tras tarde vimos abarrotando los tendidos de la bella Plaza de Toros manizalita.
Y qué decir de la Feria popular, la que se dio en calles, tarimas y parques, que presentó espectáculos para todos los gustos, de buena calidad y en respetable cantidad, con una organización impecable. Nunca ha sido el estilo de este vetusto Fraile el ensalzar o alabar a nadie, pero no puedo callar ni dejar de reconocer que desde que estoy viniendo a esta, la que hizo las Ferias en América, nunca había visto una edición en que se pusiese tanto énfasis en darle la mejor diversión y esparcimiento a las bases de la sociedad local. Durante la Feria la programación ofrecida para cada día ocupaba, en letra pequeña, un cuarto de la primera página del “El Diario de Casa”; esto nos da una idea del cúmulo de planes que se ofrecían para que los ciudadanos escogiesen alguno o algunos para distraerse, divertirse, o inclusive para enriquecer su acervo cultural.
Es así como los organizadores, tanto de la parte taurina como de la parte “festiva”, por llamarla de alguna manera, deben sentirse hoy más que satisfechos porque le dieron lustre a su ciudad y a sus ciudadanos la posibilidad, siempre esperada por ellos, de descansar un poco, de entretenerse, gozar y divertirse de lo lindo, como se dice por aquí.
Quizá fueron algunos privados los que con menos suerte corrieron y con ello me refiero al llamado Concierto de la Feria, que contó con una pobrísima asistencia, algo que nunca había ocurrido. Y digo algunos privados solamente porque lo que fueron carpas, restaurantes, cafeterías, fondas, cafés, sitios de baile y demás locales de esparcimiento contaron, como la Plaza de Toros, con “llenos completos”.
La economía se movió. Mucha gente logró asegurar ganancias adicionales a sus normales ingresos que les permitirán tener un principio de año más desahogado.
Y tanto esta excelente promoción que se le da a la ciudad como la razón de ser de la Feria Popular, tienen sus raíces en la Feria Taurina. A Manizales se le conoce como ciudad taurina por excelencia y ese es el gancho que atrae, que imanta, que induce a los locales a salir a divertirse y a los fuereños a visitar la ciudad.
No nos engañemos. El día que a alguien se le ocurra que el espectáculo taurino debe desaparecer de la ciudad, la Feria de Manizales desaparecerá también, o si no lo hace decaerá notablemente.
La actividad “ancla” como dicen los modernos, para que estas festividades sean reconocidas tanto a nivel nacional como internacional son las corridas de toros. Y tras de ellas llegan los “famosos” que vienen a los toros, algunos dejando saber que se encuentran aquí y otros de “incógnitos”. Y detrás de los famosos un pueblo feliz de ver personajes que admiran, o porqué no, desprecian, pero que tienen a “tiro de comentario”.
Y en lo que a las corridas se refiere, los matadores, en líneas generales, hicieron el esfuerzo y las ganaderías cumplieron, unas de gran presentación y otras de, como el Quijote, “triste figura”, unas embistiendo muchísimo y otras más discretas, pero dentro del balance general, una buena feria taurina.
Recibe un abrazo de tu amigo.
El Fraile.
Añadido: Taurinos: paciencia en esta campaña política que se avecina; ya verán como los oportunistas quedarán al descubierto como los toreros mediocres y lo harán primero con el tema taurino. Bueno, algunos ya mostraron el cobre.
Fuente: lapatria.com
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