La candidatura de Diomara Montañez, la única alcaldesa en la contienda, enfrenta la indiferencia de sus propios colegas
Este 21 de marzo, Bogotá será escenario de una elección crucial para el destino de los recursos de paz en Colombia: la conformación de la nueva directiva del OCAD PAZ. Lo que debería ser un momento de orgullo para Norte de Santander se ha convertido en motivo de alerta. La alcaldesa Diomara Montañez, única mujer en toda Colombia incluida en la plancha, no está recibiendo el respaldo que se esperaría desde su propia región.
Lejos de cerrar filas en torno a su candidatura, algunos alcaldes del Catatumbo han decidido apoyar a postulantes de otras regiones. Este hecho ha sido calificado por diversos sectores como una muestra de deslealtad regional, y más grave aún, de un machismo político que sigue limitando el acceso de las mujeres a espacios de decisión.
La falta de unidad territorial expone una peligrosa fractura. En lugar de fortalecer a una representante legítima y comprometida con el proceso de paz, se priorizan intereses externos que podrían terminar dejando al Catatumbo sin voz propia en decisiones estratégicas. La crítica no se ha hecho esperar.
Todos los ojos están puestos ahora en el Gobernador William Villamizar, a quien se le exige que ejerza un liderazgo firme y convoque a los mandatarios locales a respaldar a quien representa los intereses de la región. Hasta ahora, no se ha emitido un pronunciamiento oficial, lo que incrementa la incertidumbre.
Montañez, además de la lucha institucional, enfrenta una situación personal dolorosa: su padre ha sido retenido, un hecho que no ha detenido su trabajo por la comunidad. Su ejemplo debería inspirar solidaridad y respaldo, no abandono.
La votación de mañana pondrá a prueba los valores de unidad y compromiso regional. ¿Estará el Catatumbo a la altura?